Un día comprendí que el silencio dice más que mil palabras, que tomar una mano no significa amarrar un corazón, que no se debe correr detrás de alguien que siempre huye de ti, que el amor se demuestra, no se mendiga. Que a quien queremos sólo podemos desearle toda la felicidad del mundo, aunque no sea a lado nuestro.
Mosaico Multicolor
martes, 24 de abril de 2012
domingo, 22 de abril de 2012
Con tu nombre y apellido 3. Para ti
MI DOLOR
No me duele tu ausencia ni tu
olvido,
Ni el brillo desdeñoso de tus
ojos,
Ni la certeza de que te hayas
ido
Apartando de mí, poquito a
poco.
No me duele saber que te
perdí
Y que todo lo nuestro es un
pasado,
Ni comprender que para ti no
fui
La mejor ilusión, el sueño
dorado.
No me duelen las lágrimas
lloradas
Ni caminar tan sola por la
vida,
Ni saber que mantienes
olvidada
La pasión que te di en
nuestros días.
Hoy me duele el amor que hay
en mi alma
Y no tener manera de
entregarlo,
Sabiendo que la vida se me
pasa
Sin podértelo dar, sin
expresarlo.
Me duelen las caricias en mis
manos,
Cada día es más difícil
controlarlas,
Me duele no saber si por
acaso
Podré algún día en tu piel
dejarlas.
Y mis labios, ¿qué es lo que
harán mis labios
Con todos esos besos
añejados,
Besos de fuego que hace
tiempo guardo
Esperando que tú quieras
tomarlos?
¿Qué voy a hacer con todas
las palabras
Que tengo para ti desde hace
tiempo,
Que se han acumulado en mi
garganta
Causándome el dolor que ahora
siento?
Nada, nada hay de lo tuyo que
me duela
Como me duele todo lo que
guardo,
Esta pasión que me mantiene
presa
Y todas las caricias de mis
manos.
ALGUNOS DÍAS
Hoy que no estás, tiendo a buscarte
Y más que nunca mi espíritu te añora
Oculto mi pesar, finjo coraje
Aunque en el fondo de mi alma, hay algo que llora.
111 días han transcurrido
Desde que contemplé candorosamente tu completa faz
111 noches de vivir com frío
Um frío que congela, que viene y no se va.
Dónde
estás, a dónde te has ido
Llevándote
mis ganas de vivir feliz
Dónde
estás, cuál es tu camino
Necesito
saberlo, necesito de ti.
…
Desde que te fuiste
Se
acabó el encanto
Se
fue la dulzura
Me
desvanecí.
Desde
que te fuiste
Llegó
la amargura
Y
una pena honda
Solo
habita en mí.
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Con tu nombre y apellido 2. Para ti
ERES
Eres el amor que pensé para
siempre,
La alegría que antes nunca
tuve,
El fuego abrazador,
incandescente,
La pena honda que mi alma
sufre.
Eres el frenesí desconocido,
La pasión delirante que
enloquece,
La inconsciencia que anula mi
sentido,
Ensueño que se quiebra y que
fenece.
Eres mi anhelo, mi ansiedad,
mi todo
La ilusión que se va y que se
pierde,
Mi angustia, mi dolor y todo
el lloro
Que hay dentro de mí por no
tenerte.
Eres la aurora que a mi vida
vino,
El romance que a mi alma
cautivara,
La luz que iluminara mi
destino,
La ausencia que a mi dicha
mutilara.
Eres misterio que nunca se
descifra,
Secreto por demás
inescrutable,
Eres la negación que me
infeliza
Y de mi soledad eres
culpable.
MI DOLOR
No me duele tu ausencia ni tu
olvido,
Ni el brillo desdeñoso de tus
ojos,
Ni la certeza de que te hayas
ido
Apartando de mí, poquito a
poco.
No me duele saber que te
perdí
Y que todo lo nuestro es un
pasado,
Ni comprender que para ti no
fui
La mejor ilusión, el sueño
dorado.
No me duelen las lágrimas
lloradas
Ni caminar tan sola por la
vida,
Ni saber que mantienes
olvidada
La pasión que te di en
nuestros días.
Hoy me duele el amor que hay
en mi alma
Y no tener manera de
entregarlo,
Sabiendo que la vida se me
pasa
Sin podértelo dar, sin
expresarlo.
Me duelen las caricias en mis
manos,
Cada día es más difícil
controlarlas,
Me duele no saber si por
acaso
Podré algún día en tu piel
dejarlas.
Y mis labios, ¿qué es lo que
harán mis labios
Con todos esos besos
añejados,
Besos de fuego que hace
tiempo guardo
Esperando que tú quieras
tomarlos?
¿Qué voy a hacer con todas
las palabras
Que tengo para ti desde hace
tiempo,
Que se han acumulado en mi
garganta
Causándome el dolor que ahora
siento?
Nada, nada hay de lo tuyo que
me duela
Como me duele todo lo que
guardo,
Esta pasión que me mantiene
presa
Y todas las caricias de mis
manos.
Apariencias
Hace tiempo que mi ser experimenta un fenómeno extraño. Por meses -que llegaron a formar años- tuve la sensación de que algo había cambiado en mí. Pasó el tiempo y dejó de ser sólo una sensación para convertirse en una certeza: la certeza de un cambio, de un "algo diferente"...
Hace un par de meses por fin entendí qué había pasado... Comprendí que en esencia yo seguía siendo la misma: la soñadora empedernida, la mujer apasionada, la persona sensible, la joven sentimental; pero, a la par, había albergado en mí una especie de caparazón que proyectaba todo lo contrario: dureza, suma seguridad, poca sensibilidad...
Quienes me conocen verdaderamente saben que lo último es sólo eso, un caparazón, un antifaz, mi "arma poderosa" para no mostrarme débil, no ante los demás, sino delante de mí... Mi roca de salvación ante mi inminente estado actual: no puedo darme el lujo de flaquear... Y no puedo hacerlo porque sencillamente, al final del día, dentro de mi habitación, compartiendo la vida, soy yo y no más...
Y eso, ahora, no lo considero malo, pues, en algún punto del camino, el ser humano debe entender que de muy poco sirve ser débil, lo mejor es guardar la propia sensibilidad para uno mismo en la intimidad...
Si porque me ven tranquila
Piensan que yo nada siento,
Se equivocan sus pupilas,
No es verdad lo que están
viendo.
Cierto es que voy muy serena
Con paso firme en la vida,
Y es porque escondo mi pena,
Para que nadie se ría.
Mejor que digan que soy
Como una piedra viviente,
Mejor que escuchen mi voz
Sin sollozos y sonriente.
No puedo pasar el tiempo
Exhibiendo mis pesares,
No puedo, más bien, no
quiero,
Dar de mi dolor detalles.
Dichosa, no siente nada,
Dicen al verme pasar,
Las ignorantes miradas
Que ven sin analizar.
Me gusta que así me crean
Y que me sientan dichosa,
Ya no quiero que me vean
Como antes, siempre llorosa.
Nada gané con mostrar
La pena que me mataba,
Nada gané con llorar,
Todos de mí murmuraban.
Que si acaso estaba loca,
Que si no sabía vivir,
Que la vida era muy corta
Y otras mil cosas, en fin.
Y de ahí tomé lección
Y desde entonces pensé
Que las penas y el dolor
No se deben dejar ver.
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Con tu nombre y apellido. Para ti
TE ME OLVIDAS
No sé por qué te me olvidas,
Te me vas del pensamiento,
Cuando sé que tú mitigas
En mí todos los tormentos.
No sé por qué te me olvidas
Cuando me siento feliz,
Si contigo compartía
Mi alegría, mi reír.
Te me olvidas para todo,
Si estoy despierta o si
duermo,
Cuando sonrío, cuando lloro,
Para nada te recuerdo.
No sé por qué te me olvidas,
Tal vez porque mi alma
siente,
Que no te importa mi vida,
Que no te importó, de
siempre.
Ya te me estás olvidando
Para muchas, muchas cosas,
Te olvido si estoy bailando,
Te olvido cuando estoy sola.
Es por eso que hoy mi boca
Te dice muy complacida:
Tu recuerdo se me opaca,
Te me olvidas, te me olvidas.
AL MARGEN
Estoy viviendo al margen de
tu vida,
Si es que vivir pudiéramos
llamarle
A pasar con el alma siempre
herida
Sin poder hacer nada por
curarle.
Estoy viviendo al margen de
tu vida
Y miro desde lejos tu ir y
venir,
Sé tus nuevos amores, ilusiones fallidas
Que a la legua se mira que te
han hecho sufrir.
No le pregunto a nadie lo que
contigo pasa,
Mi limito a mirarte y eso es
suficiente,
Para que me dé cuenta que en
el fondo de tu alma
No existen ilusiones que tu
vivir alienten.
Yo conozco tus ojos cuando
miran felices,
Sé el ritmo de tu paso cuando
estás satisfecho,
Si te colma el placer tus
labios sonríen
Y cuando estás a gusto, se
trasluce en tu cuerpo.
Estoy viviendo al margen de
tu vida
Y un tiempo quise que esto te
doliera
Pero hoy, que adivino tu alma
adolorida,
Quiero olvidar rencores y
aligerar tu pena.
Quisiera que perdieras un
poco de tu orgullo
Y que me platicaras de tu
ilusión perdida,
¡Yo te daría mis sueños!, que
siempre fueron tuyos,
Y seguiría viviendo siempre
al margen de tu vida.
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Te me olvidas,
tu recuerdo
¿Por qué no?
Envuelta
en la inmensidad, inmersa en el todo y en la nada, “víctima” de la melancolía,
presa de una preocupación indescriptible al saber que mi familia está viviendo
una situación muy diferente a la que vivo aquí, en esta ciudad en la que, a
pesar de estar a solo unas horas de distancia, “parece” no ocurrir nada, vinieron a mí varias interrogantes:
¿Y si
defendiéramos a nuestra patria con el mismo celo con el que nos enfrentamos a
cualquiera que se atreve a tocar a un ser querido?, ¿y si trabajáramos día a
día por construir un México mejor con la misma entrega con la que buscamos
obtener el ascenso millonario de nuestra vida?, ¿y si mantuviéramos nuestros
aires insurgentes y nuestros ánimos redentores y libertarios incluso estando
fuera del aula de clases?, ¿y si nos condujéramos por la vida con la misma
rectitud y dureza con la que juzgamos a nuestros semejantes?, ¿y si acogiéramos
a nuestros hermanos mexicanos –sin distingo- con la misma dulzura con la que
tomamos en nuestro regazo a los niños, con el mismo amor con el que una madre
besa a su primogénito?, ¿y si viviéramos plenamente los valores que llevamos
tatuados como mexicanos que somos?, ¿y si al recibir una “dádiva” pintada de un
color específico de parte del gobierno nos indignáramos de la misma manera en
que lo hacemos cuando un hombre golpea, cual bestia llena de furia, a una mujer?,
¿y si en lugar de mostrar lástima y desprecio por los desprotegidos, lucháramos
por transformar a nuestra nación en un país incluyente?...
… Esta
respuesta sí la tengo, ¡todos la tenemos!: México sería un país distinto… No sé
si se colocaría como una potencia mundial… Eso no es lo importante, es más, no
creo que sea ésa la meta que perseguimos los mexicanos… Lo que sí aseguro con
todas las fuerzas de mi alma, es que México y cada uno de sus habitantes,
viviríamos con dignidad, con seguridad, con placer, con gozo de haber nacido en
esta tierra, con un corazón rebosante por ver a nuestra nación como anhelamos,
desde hace mucho, en lo más profundo de nuestro ser.
Se puede, ¡sí
se puede!, porque desde el momento en el que Dios nos bendice con la
oportunidad de despertar un amanecer más, es suficiente para entender que somos
privilegiados ante tantos seres humanos que día a día se ven caídos,
desaparecen, son muertos.
México: ya
no te engañes, ya no permitas que “los menos” acaben con “los más”… No será
sencillo, pero lo tienes todo, está en tus manos y mientras exista un solo hijo
tuyo que lo crea y lo viva, hasta ese entonces, siempre habrá oportunidad para
ti.
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México
"Pobres mexicanitos, no se han dado cuenta que
si este barco se hundió, no fue solo por los errores del timonel, sino por la
desidia y la torpeza de los remeros" (Antonio López de Santa Anna)…
Sí,
sí México, es cierto, eres bello; tus escenarios naturales impactan a
cualquiera, tu gastronomía es única en el mundo, te catapultas en el ideario
internacional por la servicialidad de tu gente, por tu alegría, porque los
mexicanos saben cómo divertirse, saben ser amables…
Pero está
presente también la segunda cara de la moneda, ésa que me cuesta aceptar que
palpita, que está latente: México sigue siendo sinónimo de sombreros, tequila y
rebozos; y en las palabras de los propios mexicanos, somos machistas,
corruptos, impuntuales, cobardes, mentirosos, chismosos, incultos, holgazanes…
Y la lista aquí sí que continúa: que tenemos un gobierno al que lo único que le
importa y satisface es el dinero y el poder exacerbados, que creemos
fervientemente en el cambio pero no hacemos nada por alcanzarlo, que para
nosotros la palabra “triunfo” está prohibida… Que la libertad y la buena vida
son dos cuestiones que jamás conoceremos…
Después de
escuchar la descripción que Ocatvio Paz hace del mexicano, he de confesar que
me encuentro como desorientada y es que, a diferencia de los demás autores que
a lo largo de mi instrucción y de mi vida he venido escuchando, Paz ubica como “virtudes”
ciertas características que tenemos los mexicanos… Y entonces, es aquí donde me
pierdo… Porque en teoría sus líneas suenan exquisitas, creíbles, alentadoras,
pues resulta motivante pensar que no es incorrecto el hecho de que un mexicano
busque estar solo, que busque enarbolar
con total orgullo el estandarte del estoicismo, que tenga como una de sus más
grandes virtudes populares la resignación… Y entonces, llega mi duda: ¿en qué
momentos nos desviamos? ¿En qué situación estas características que al oído
resultan agradables tomaron otro rumbo?
No puedo
callarlo: me emocionó el viraje encontrado en las palabras de Octavio Paz, me
ilusionó la posibilidad de ver a mi país poseedor de la grandeza que le
corresponde… Y me hizo vibrar el saber que, probablemente, nuestros mayores
defectos sean también las mayores virtudes con que contamos… Y que en esta arma
de doble filo se encuentre –hábida por salir a la luz- la salvación para nosotros, los mexicanos….
…Nuevamente
estoy extasiada… Una vez más viene a mí la imagen de un México esplendoroso,
ecuánime, victorioso… Y no tengo duda: sí se puede, aunque suene a cliché,
aunque la expresión parezca ya agotada… Con todo el corazón sé que se puede… Y
que este país del que me siento verdaderamente orgullosa, no va a morir sin ver
algo diferente; no va a morir sin encontrar sus ojos llenos de lágrimas de
emoción al presenciar el sol saliendo para su pueblo.
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