domingo, 22 de abril de 2012

Apariencias




     Hace tiempo que mi ser experimenta un fenómeno extraño. Por meses -que llegaron a formar años- tuve la sensación de que algo había cambiado en mí. Pasó el tiempo y dejó de ser sólo una sensación para convertirse en una certeza: la certeza de un cambio, de un "algo diferente"...

     Hace un par de meses por fin entendí qué había pasado... Comprendí que en esencia yo seguía siendo la misma: la soñadora empedernida, la mujer apasionada, la persona sensible, la joven sentimental; pero, a la par, había albergado en mí una especie de caparazón que proyectaba todo lo contrario: dureza, suma seguridad, poca sensibilidad...

     Quienes me conocen verdaderamente saben que lo último es sólo eso, un caparazón, un antifaz, mi "arma poderosa" para no mostrarme débil, no ante los demás, sino delante de mí... Mi roca de salvación ante mi inminente estado actual: no puedo darme el lujo de flaquear... Y no puedo hacerlo porque sencillamente, al final del día, dentro de mi habitación, compartiendo la vida, soy yo y no más...

    Y eso, ahora, no lo considero malo, pues, en algún punto del camino, el ser humano debe entender que de muy poco sirve ser débil, lo mejor es guardar la propia sensibilidad para uno mismo en la intimidad...

  
Si porque me ven tranquila
Piensan que yo nada siento,
Se equivocan sus pupilas,
No es verdad lo que están viendo.

Cierto es que voy muy serena
Con paso firme en la vida,
Y es porque escondo mi pena,
Para que nadie se ría.

Mejor que digan que soy
Como una piedra viviente,
Mejor que escuchen mi voz
Sin sollozos y sonriente.

No puedo pasar el tiempo
Exhibiendo mis pesares,
No puedo, más bien, no quiero,
Dar de mi dolor detalles.

Dichosa, no siente nada,
Dicen al verme pasar,
Las ignorantes miradas
Que ven sin analizar.

Me gusta que así me crean
Y que me sientan dichosa,
Ya no quiero que me vean
Como antes, siempre llorosa.

Nada gané con mostrar
La pena que me mataba,
Nada gané con llorar,
Todos de mí murmuraban.

Que si acaso estaba loca,
Que si no sabía vivir,
Que la vida era muy corta
Y otras mil cosas, en fin.

Y de ahí tomé lección
Y desde entonces pensé
Que las penas y el dolor
No se deben dejar ver.




No hay comentarios:

Publicar un comentario