domingo, 22 de abril de 2012

¿Por qué no?


     Envuelta en la inmensidad, inmersa en el todo y en la nada, “víctima” de la melancolía, presa de una preocupación indescriptible al saber que mi familia está viviendo una situación muy diferente a la que vivo aquí, en esta ciudad en la que, a pesar de estar a solo unas horas de distancia, “parece” no ocurrir nada,  vinieron a mí varias interrogantes: 

     ¿Y si defendiéramos a nuestra patria con el mismo celo con el que nos enfrentamos a cualquiera que se atreve a tocar a un ser querido?, ¿y si trabajáramos día a día por construir un México mejor con la misma entrega con la que buscamos obtener el ascenso millonario de nuestra vida?, ¿y si mantuviéramos nuestros aires insurgentes y nuestros ánimos redentores y libertarios incluso estando fuera del aula de clases?, ¿y si nos condujéramos por la vida con la misma rectitud y dureza con la que juzgamos a nuestros semejantes?, ¿y si acogiéramos a nuestros hermanos mexicanos –sin distingo- con la misma dulzura con la que tomamos en nuestro regazo a los niños, con el mismo amor con el que una madre besa a su primogénito?, ¿y si viviéramos plenamente los valores que llevamos tatuados como mexicanos que somos?, ¿y si al recibir una “dádiva” pintada de un color específico de parte del gobierno nos indignáramos de la misma manera en que lo hacemos cuando un hombre golpea, cual bestia llena de furia, a una mujer?, ¿y si en lugar de mostrar lástima y desprecio por los desprotegidos, lucháramos por transformar a nuestra nación en un país incluyente?...

     … Esta respuesta sí la tengo, ¡todos la tenemos!: México sería un país distinto… No sé si se colocaría como una potencia mundial… Eso no es lo importante, es más, no creo que sea ésa la meta que perseguimos los mexicanos… Lo que sí aseguro con todas las fuerzas de mi alma, es que México y cada uno de sus habitantes, viviríamos con dignidad, con seguridad, con placer, con gozo de haber nacido en esta tierra, con un corazón rebosante por ver a nuestra nación como anhelamos, desde hace mucho, en lo más profundo de nuestro ser.

     Se puede, ¡sí se puede!, porque desde el momento en el que Dios nos bendice con la oportunidad de despertar un amanecer más, es suficiente para entender que somos privilegiados ante tantos seres humanos que día a día se ven caídos, desaparecen, son muertos.

     México: ya no te engañes, ya no permitas que “los menos” acaben con “los más”… No será sencillo, pero lo tienes todo, está en tus manos y mientras exista un solo hijo tuyo que lo crea y lo viva, hasta ese entonces, siempre habrá oportunidad para ti.


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